Sentir sin Querer…

Fue el jueves. Andábamos en busca de algo tan sencillo como una mampara de baño. El móvil nos llevó a las afueras de Barcelona, a una zona industrial repleta de naves, de bullicio de camiones, de humo, de hierro oxidado, de paredes olvidadas que se mantienen en pie sólo por la inercia de los años. Ladrillos sobrepuestos con la sola intención de formar una pared, rebozados con argamasa de utilidad, de aquello para lo cual el albañil fue requerido.

Y de repente, esos mismo ladrillos, toscos y humildes, se transformaron en poesía.

Qué suerte tenemos los que no necesitamos ir al MNAC, ni al Thyssen, ni al Teatro Nacional para sentir. De tropezarnos, sin querer, con estas pequeñas joyas. De amar, por casualidad, lo que el día a día nos depara.

Un sencillo tapiado industrial. Un polígono olvidado. Una mano inspirada e inspiradora.

Gracias por los versos al anónimo artista urbano.

 

 

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